Espiritualidad de la Cruz

Espiritualidad de la Cruz, Cruz del Apostolado, Obras de la Cruz.

Concepción Cabrera de Armida, reconocida ya por la iglesia católica como beata, el 3 de Mayo de 2019, tomó un camino de búsqueda de Dios y Él correspondió enseñándola a amarlo y a colaborar con Dios en la salvación de los hombres.

En el principio de su búsqueda, un elemento fundamental fue la dirección espiritual que recibió y que evitó que se engañará a sí misma y engañará a otros. En esos inicios, ella quería ser y se sentía ya toda de Jesús, inmersa en el mundo y cultura de campo, en especial en la hacienda que vivió, observaba como el ganado era marcado para identificar la propiedad de su dueño. En ese momento a Conchita, como la conocemos familiarmente, se le ocurrió, lo que era en ese momento un pequeño signo material de pertenencia a Jesús. Después de un tiempo ella pidió permiso y tras varias entrevistas, su director espiritual, la comprendió y le permitió grabarse en su pecho las siglas del nombre de Jesús: JHS.

Como resultado de ese acto espontáneo de amor, que significaba que ella era toda de Jesús, Conchita experimentó, primeramente, el ansia de participar con Cristo en la salvación de los hombres. 

En seguida como manifestación y correspondencia de esa entrega, Jesús le regala en primer lugar, el Signo de la Cruz del Apostolado, en una visión que ella tuvo poco a poco y durante la cual fue descubriendo la Espiritualidad de la Cruz dando origen a la fundación de las cinco Obras de la Cruz, de las cuales forma parte el Apostolado de la Cruz. 

Al Apostolado de la Cruz, le siguieron la fundación de Las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, La Alianza de Amor, La Fraternidad de Cristo Sacerdote y finalmente los Misioneros del Espíritu Santo, conocidas como las Obras de la Cruz. A estas han seguido otras fundaciones de Religiosos y Religiosas, Sacerdotes y Laicos comprometidos que juntos todos integran La Gran Familia de la Cruz. 

El Apostolado de la Cruz, así como todas las obras de la Familia de la Cruz, tienen su fundamento en personas que sienten el anhelo de conocer y pertenecer a Jesús; como dice el salmista «Mi alma tiene sed de Dios».

Las mujeres y hombres cristianos, al descubrir estos sentimientos profundos en su corazón, podrán emprender un camino de crecimiento espiritual, comprometido con la realidad de hoy. Profundizando en el Apostolado de la Cruz con todo el compromiso que esto significa y llegando a formar en su corazón una actitud sacerdotal, de ofrenda, contemplativa y solidaria.