Concepción Cabrera De Armida
“El punto central de la mística de María Concepción Cabrera Arias de Armída, fue su amor apasionado por Jesús y su deseo de darlo a conocer a todos los pueblos”, así se refería de ella el Card. Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las causas de los Santos, sobre las virtudes cristianas de la nueva beata mexicana
Su Historia
Concepción (Conchita) Cabrera de Armida nació en San Luis Potosí, México, el 8 de diciembre de 1862. De niña le gustaba enseñar a leer y a catequizar a los más pobres. Contrajo matrimonio con Francisco Armida, de aquella unión nacieron 9 hijos, a quienes les dedicó su vida con alegría y especial atención. El ser esposa y madre no la alejó de la vida espiritual. Un día estando en ejercicios espirituales escuchó, claramente y sin dudarlo, una voz que le decía: Tu misión es salvar almas. Todo su anhelo era pertenecer al Señor. Grabó en su pecho el Santísimo nombre de Jesús, un sentimiento nuevo y grande le hizo exclamar: “Jesús, salvador de los hombres, sálvalos”.
Entregada a Dios y a su familia
De sus nueve hijos, una, Concha, fue religiosa de la Cruz del Sagrado Corazón, congregación que ella fundó, y un hijo, Manuel fue jesuita. El cuidado de ellos ocupó la mayor parte de su vida y desde entonces comenzó para ella otra vida espiritual, llena de gracias y favores. Sus días eran del Señor, de su familia y de sus obligaciones. Tras la muerte de su esposo, lejos de quedarse hundida en la depresión sacó adelante los hijos, haciendo todo lo que estaba en sus manos, para poder superar los efectos de la crisis económica en la que se encontraban. Aprendió a confiar en Dios, dejándose hacer y deshacer por el Espíritu Santo, siguiendo el ejemplo de la Santísima Virgen María. Nunca se dejó vencer por el miedo o el desaliento.
Inspiradora de las Obras de la Cruz
Conchita fue la inspiradora de las cinco obras de la Cruz: Apostolado de la Cruz (1894), Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús (1897), Alianza de Amor (1909), Fraternidad de Cristo Sacerdote (1912) y Misioneros del Espíritu Santo (1914). Al cabo de un tiempo Conchita perdió también a sus hijos, comenzó para ella la soledad y con ella la última etapa de su vida. Tenía a Dios que no la dejaría sola jamás. Sus directores espirituales le ordenaron que escribiera todas las comunicaciones que recibiera de parte de Dios. Así fue como escribió varios libros. La fecundidad de Conchita se prolongó, no sólo en su familia de sangre y en sus escritos, sino también en su familia espiritual. De su espíritu viven las cinco Obras de la Cruz, nueve Congregaciones Religiosas y Movimientos de Pastoral.
Concepción Cabrera de Armida, murió en la ciudad de México el 3 de marzo de 1937, con fama de santidad. En 1959 se inició el proceso de Beatificación en Roma, Fue declarada Venerable por el Papa San Juan Pablo II el 20 de diciembre de 1999. Para el estudio del Milagro, las pruebas fueron estudiadas en la diócesis de Monterrey del 11 de marzo de 2011 al 14 de mayo de 2015.
El Milagro por el cual es Beata
El Congreso de los médicos en Roma fue el 23 de noviembre de 2017 donde se aprobó una curación inexplicable.
En la tarde del 22 de mayo de 2008, el Sr. Jorge Treviño por la oración hecha al Señor por intercesión de Conchita, fue curado de manera inexplicable de una parálisis general que tenía, que no lo dejaba moverse, caminar, etc.… de estar paralizado, prácticamente al día siguiente salió caminando del hospital de San José, en Monterrey, N.L. El 1º de marzo de 2018, el Congreso de los teólogos de la Congregación de las causas, aprobaron que el milagro fue por intercesión de al Venerable Sierva de Dios y en el Congreso Ordinario de los Cardenales y obispos del día 5 de junio de 2018, aprobaron lo dicho anteriormente y lo presentaron al Papa para la promulgación del decreto que habla de tal milagro. Tal decreto ha sido emitido el día 8 de junio de 2018, Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. La fecha de la Beatificación, fue celebrada en la Ciudad de México el 5 de mayo
Padre Félix De Jesús Rougier
Juventud
El venerable Siervo de Dios Félix de Jesús Rougier nació el 17 de diciembre de 1859 en Meilhaud, Francia. Sus padres fueron Benedicto Félix Rougier Cahauvassagne y María Luisa Olanier Sampeix. Tuvo dos hermanos: Emmanuel, quien inicialmente fue misionero en Oceanía pero que más tarde abandonaría el sacerdocio, y Estanislao, quien se distinguió por ser un incansable promotor de acciones sociales, defendiendo a los agricultores de su tierra.
Inicialmente, Félix Rougier había pensado en ser médico. Sin embargo, su visión cambiaría radicalmente tras conocer al obispo, Monseñor Eloy, quien había asistido ante el joven Félix y más de 300 alumnos más, y les habló largamente de las misiones. Así, Félix sintió un deseo muy intenso de hacerse misionero, que con el tiempo fue madurando. Ese día, de entre más de 400 alumnos reunidos en el patio del colegio, solo él puso su mano en alto para anotarse a las misiones.
Su lema era «Amar al Espíritu Santo y Hacerlo Amar…»
Ordenación sacerdotal
Después de reflexionar en su vocación como misionero decide entrar a la Sociedad de María (Maristas) donde es admitido y reconocido por su obediencia y su entrega feliz a su ministerio. Cuando se encontraba cerca de su ordenación sacerdotal le vino una fuerte artritis en su brazo derecho, motivo por el cual no podía ser ordenado ya que en aquel tiempo el disponer un buen estado de salud era un requisito fundamental. Sin embargo, y tras dolorosas pruebas producto de su enfermedad, es curado milagrosamente por San Juan Bosco quien más tarde le diría: «Dios le hará ganar muchas almas». Don Bosco era conocido por su capacidad de obrar hechos extraordinarios en las personas y con el P. Félix lo hizo una vez más. Aunque no se le quitó del todo el problema del brazo, la mejoría fue extraordinaria y se consolidó con el tiempo, salvando su brazo derecho.
Misionero
Su sueño era ser misionero en Oceanía, pero inicialmente su envío allí se vio suspendido por su enfermedad en el brazo. Sus superiores lo mandaron a Colombia, donde desarrolló una amplia labor educativa e hizo frente a los retos de la «Guerra de los mil días». Realizó un apostolado a nivel nacional recaudando alimentos y entregándolos a la comunidad hambrienta. Asimismo, se dedicó a acompañar a los soldados en sus últimas horas y momentos de enfermedad. Arriesgando su vida, iba en plena guerra confesando y auxiliando a los heridos; incluso una vez defendió con su capa a un cadáver que iban a profanar los enemigos.
En febrero de 1902 llega a México donde, el 4 de febrero de 1903, se encuentra con la beata Concepción Cabrera de Armida quien, sin saber nada de él, le empieza a platicar en confesión sobre ciertas cosas que solo el padre Félix sabía de sí mismo. Luego la señora Armida (quien tenía diversas gracias místicas) le platicó sobre las Obras de la Cruz que ella misma había fundado, lo cual provocó un gran amor y respeto del padre Félix para con estas obras. Al poco tiempo, Conchita Cabrera le anuncia que Dios lo quería para que fuera el fundador de la quinta Obra de la Cruz, los Misioneros del Espíritu Santo. Aceptó la invitación tras pedir los debidos consejos a las diversas autoridades eclesiásticas. Finalmente, pudo ser ordenado como sacerdote el 24 de septiembre de 1887.
Fundaciones
Cuando el padre Félix solicitó el permiso de fundar la mencionada Congregación, se le denegó y se le prohibió ocuparse de este proyecto durante 10 años. Esto provocó un gran dolor en él pero se mantuvo firme con Cristo sabiendo que su labor daría frutos. Fue así como por intercesión de Monseñor Ramón Ibarra y González, Primer Arzobispo de Puebla, la Santa Sede concedió que Félix de Jesús Rougier fundara el 25 de diciembre de 1914 en la Capilla de las Rosas en el Tepeyac, Ciudad de México, la Congregación de Misioneros del Espíritu Santo. Esto se realizó en plena persecución religiosa por parte del gobierno.
Con el paso del tiempo dio vida a tres nuevos Institutos de Vida Religiosa: Las Hijas del Espíritu Santo (1924) con el fin de trabajar en favor de la educación de los jóvenes, promoviendo en ellos a todas las vocaciones dentro de la Iglesia; las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo como respuesta a las necesidades del pueblo indígena y de los más necesitados, y las Oblatas de Jesús Sacerdote con el fin de colaborar en la formación de los futuros sacerdotes.
Félix de Jesús Rougier era reconocido en su época como un santo porque amaba su sacerdocio, su misión, y nunca perdía una oportunidad para trabajar en favor de un mundo mejor. Se adelantó a su época dando un gran apoyo a los laicos, así como promoviendo diversos medios de comunicación. Fundó la Revista la Cruz que se sigue editando. Además de haber sido un buen egiptólogo, se dedicó a la creación de colegios y a la promoción de hospitales.
Muerte y Declaración de Venerabilidad
Tras una fuerte enfermedad, falleció el 10 de enero de 1938 en el Hospital Francés de la Ciudad de México. Sus últimas palabras fueron: Con María todo, sin ella nada. Sus restos mortales se encuentran en el Templo Expiatorio Nacional de San Felipe de Jesús, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.